Rayados de Monterrey y la lección que Avilés Hurtado le dio a su frustrada afición
Avilés Hurtado era un nombre conocido antes de la noche del 10 de diciembre de 2017. Había tenido temporadas muy buenas en Chiapas y Tijuana. De frontera a frontera, este hábil extremo colombiano había dejado patente su calidad en el futbol mexicano, aunque todavía estaba lejos de ser una celebridad. Sin quererlo, su nombre pasó a la historia en la Final que enfrentó a Rayados contra Tigres, la primera en la historia entre los dos equipos regios.
A los 81 minutos, con el marcador 2-1 en favor de los felinos, el Estadio BBVA, inaugurado dos años antes, permanecía en vilo. No volaba una mosca. Penal para los suyos. la oportunidad imperdonable de empatar el marcador y prolongar el partido. Hurtado, que había sido figura de Rayados todo el torneo tras ser fichado por 9 millones de dólares, tomó el balón. No podía haber otro hombre parado frente al manchón penal. Era su momento.
Cuando el esférico salió disparado por encima del arco de Nahuel Guzmán —el relato más popular del momento dijo, a modo de broma, que el balón había salido volando hasta Tamaulipas—, un aire trágico sobrevoló el Gigante de Concreto. No había nada más que hacer, aunque todavía quedara tiempo. Si el mejor hombre había fallado, el destino no tenía remedio.
Casi cinco años después, Hurtado volvió a pararse en ese punto intermedio entre tirador y portero. Como en aquella final, no se guardó las fuerzas: disparó con toda la potencia que tenía reservada en su pie derecho. En esta ocasión, el cobro fue limpio, inalcanzable y sirvió como colofón de una eliminatoria en la que su actual equipo, Pachuca, aplastó a los poderosos Rayados, cuya afición atormentó a Hurtado día tras día después de aquel primer penal volado.
No importó el título de 2019, en el que no fue protagonista, porque esa herida, contra Tigres, es la más grande para La Pandilla: perder en casa contra el enemigo de toda la vida. Hurtado cargó con ese estigma cada torneo que pasó vestido de rayado. Tras marcar el penal, no parecía que tuviera ganas de revancha. Simplemente festejaba con sus compañeros, pero desde la grada llovieron vasos de cerveza e insultos. La reacción de Hurtado fue la cereza en el pastel para una odisea humillante: gritó el gol y bailó de gusto. Su deuda personal había quedado saldada. El repudio esparcido en el estadio y en redes sociales no minó su alegría.
Al acabar el partido, la decepción fue monopolizada por los aficionados de Rayados en un golpe más a su orgullo. Así como el torneo pasado se fueron eliminados por San Luis, un equipo al que catalogaron como "pueblo mágico", este torneo les ha reservado una goleada (6-2) y un penal decoroso de su enemigo público número uno. Ni todos los millones en su plantel ni el regreso del Rey Midas han podido evitar una debacle más en una institución acostumbra ya a los días de penurias.
El de Avilés no fue el único ejemplo de frustración de la noche. Rafael Márquez Lugo, comentarista de Fox Sports, fue blanco de un vaso de cerveza mientras se encontraba dando sus impresiones del partido para el programa La Última Palabra. La agresión resulta totalmente absurda por sí misma, pero más si se toma en cuenta que Márquez Lugo es uno de los comentaristas más ecuánimes hoy en día: no busca la polémica fácil ni la provocación ni la burla. Pero al parecer, la afición tenía muchas ganas de que alguien pagara los platos rotos.
Así terminó el torneo para Rayados. Con un penal a la escuadra que hubieran deseado sucediera cinco años atrás. Atormentaron a Hurtado y él les pagó con la fría moneda de la revancha, como para que hundan los pies sobre la tierra por un largo tiempo.
Deja una respuesta